sábado, 16 de abril de 2011

Periodismo Militante

En toda guerra hay algunos soldados que son mandados al frente como “carne de cañón” con la única esperanza de que, en el mejor de los casos, serán recordados como mártires. No será el caso de Miguel Wiñazki que, cuando finalmente el lío con Clarín pase (como pasa todo en este mundo) deberá hacer grandes esfuerzos para recuperar algo de su carrera periodística.

No sabemos que apuesta perdió Miguel, pero la cuestión es que lo han puesto a firmar las notas belicistas de Clarín, exponiéndolo a un ridículo del cual le será muy difícil volver. En medio de esa loable misión, que esperemos sea compensada como para sacrificar su vida profesional, ayer Wiñazki se despachó con una nota que demuestra que la especialización permite superar los propios límites personales.

Comencemos por señalar el cipayismo inherente a la nota en cuestión, que manda a un “enviado especial” a Austin, Texas para analizar al periodismo argento a través de un estudio realizado por una universidad norteamericana. Medio al pedo, podría haber pedido el estudio por mail, pero bueno, suponemos que semejante quemo justificaba al menos sacarlo a pasear a MW.

Por otro lado, resulta hilarante que se haga una nota de barricada, que abandona explícitamente toda pretensión de imparcialidad, justamente para criticar al “periodismo militante”. Ni que hablar de defender la tesis de que el periodismo debe presentar posiciones antagónicas y “jamás una sola voz” en un artículo en donde no hay levantado ninguna óptica alternativa a la del autor.

Pero lo más interesante de la nota es el total desconocimiento que Wiñazki tiene sobre los medios yankees, que lo lleva a sostener payasadas como que “La derecha del Norte está hoy encaramada en el creciente movimiento del Tea Party: ultraconservadores que activan militantemente, confrontando con Obama y los demócratas. Son ellos, especialmente, los que prefieren las usinas de periodismo militante a las no militantes.

Primero, si efectivamente fuera así, no es un argumento que pueda justificar nada, así como no serviría para defender la despenalización del aborto decir que Obama se pronunciaría a favor.

Segundo, sostener que la prensa partidaria de Estados Unidos es un invento de la derecha es ni siquiera haber utilizado los viáticos del Grupo para ver televisión en el hotel. Así como existe Fox New (canal pro republicano, cuyos exponentes principales son los ultraconservadores Bill O'Reilly y el recientemente despedido Glenn Beck), tenés, entre otros canales, a Comedy Central, en donde su defensa a regañadientes del oficialismo sonrojaría al mismo Barone.

Por lo demás, los diarios norteamericanos no sólo se diferencian de los nacionales en no ser hostigados por el gobierno nacional (?). También se distinguen por el hecho de tener líneas editoriales que explícitamente se orientan hacia alguno de los dos grandes partidos e incluso se definen a favor de candidatos concretos. Tal es el caso del New York Times, que en su momento hizo público su apoyo a Obama. Y lejos de ser un fenómeno yankee, tenemos el ejemplo de The Sun en Inglaterra, cuyo apoyo a los conservadores en la última elección (que significó un giro a su histórica tradición laborista) se vivió casi como si se tratara de la defección de un partido aliado.

En definitiva, lo que demuestran estos ejemplos es que el periodismo partisano está lejos de ser una anomalía, mal que le pese al desinformado Miguel Wiñazki. Por eso es que flaco favor nos hace Martín García cuando, imbuido en su personaje, sale a hablar de la necesidad de construir un “periodismo militante”. No debería pasar por ahí la cosa, no se trata de ponerse a discutir si los medios deben o no tener una orientación política, porque la tienen (aquí y en el resto del mundo), sino de problematizar ese concepto obscenamente falaz de “periodismo independiente”. Esa sí que es la verdadera anomalía que no existe en ningún lado; la pretensión totalitaria de erigirse como los impolutos trasmisores de una supuesta realidad objetiva.

Todo periodismo es político, eso es lo que hay que discutir en esta pelea sobre el sentido de los medios, y no los esfuerzos sobreactuados por mostrarse kirchneristas que hacen algunos ex propagandistas de los Rodríguez Saá.

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