miércoles, 2 de febrero de 2011

Egipto para principiantes: 2º parte, el estallido y sus actores


La frustración por la rigidez del régimen y el malestar por las paupérrimas condiciones sociales de la mayoría de la población, se transformaron en un caldo de cultivo que necesitaba una chispa para finalmente estallar. Sarkozy ya lo había anunciado hace un par de semanas en el G-20: “déjense de joder con los alimentos, que si no le ponemos freno a los aumentos va a haber quilombo en los países pobres”. Así fue, Zine El Abidine Ben Ali, presidente de Túnez desde 1989, comenzó el año con unas vacaciones obligadas a Arabia Saudita, después de que casi lo linchan. Efecto repetición que le dicen, el pueblo egipcio salió a las calles a emular el ejemplo tunecino, en una movilización con un alto contenido de espontaneísmo que sólo tenía un par de consignas explicitadas: salida de Mubarak, nueva constitución, gobierno civil de transición, elecciones libres. Pero, por sobre todo, quien quiera empezar a controlar el malestar general primero va a tener que apuntar a la triada pobreza, inflación y desocupación, que son las que generan la base popular para el respaldo de estas demandas democráticas que pertenecen principalmente a los sectores medios de la sociedad egipcia, y en particular de su juventud.

En efecto, el elemento más dinámico de las protestas es esta juventud no agrupada pero altamente interconectada a través de redes sociales, celulares, etc. Un nuevo ejemplo de cómo las nuevas alternativas de comunicación reemplazan (temporal y limitadamente, sólo en situaciones concretas) la organización política clásica. Pero no el primero: ya en 2008 se armó “vía facebook” una huelga general en apoyo a un reclamo de trabajadores industriales. El experimento fue un éxito, y a partir de allí surgieron (cual los grupos facebook de 678, pero en serio) espacios de militancia activa pero inorgánica, cuyo principal exponente es el grupo denominado “jóvenes del 6 de abril”, principal protagonista de las actuales protestas.

678 Facebook? No, la juventud del 6 de abril
El problema acá es que los pibes no son una opción de poder. Entonces, los “políticos en serio” están intentando, en medio de la convulsión, tomar la batuta en medio del quilombo y configurarse como referencia del proceso. No es nada fácil, pero no faltan candidatos.

Primero, hay que despejar fantasmas: ni la izquierda revolucionaria (diezmada y sin peso relevante) ni el fundamentalismo islámico son hoy opciones reales de poder. La Hermandad Musulmana (HM), por más de lo que diga cierta prensa nacional miope (que no hace más que repetir los cables informativos de las agencias yankees), es otra cosa. Como ya se ha dicho, son moderados, hace más de 40 años que tienen una estrategia pacífica, y tiene una base clase media urbana, por lo que está lejos de representar una ascenso plebeyo de características revolucionarias. Si bien las movilizaciones agarraron a la HM medio de sorpresa, lo que sí tienen a favor es una organización aceitada y con una importante presencia territorial.

pacífico logo de los Hermanos Musulmanes
Después están el resto de los partidos que funcionaban por adentro del régimen, que se han sumado a las protestas pero que están lejos de tener representatividad y legitimidad como para aspirar a algo más que a influir y participar en algún futuro gobierno. En definitiva, así como se adaptaban al régimen dictatorial por unos lugares en el parlamento, nada hace suponer que varíe esa lógica de supervivencia, aunque es probable que se torne más ambiciosa.

El otro actor relevante, que podría llegar a liderar la transición, es el recientemente regresado Mohamed El Baradei. Su rol en la Agencia Internacional de Energía Atómica (que le permitió ganar el premio nobel de la paz en el 2005) es bastante gráfico de donde podemos situarlo políticamente: denunció la falacia de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y rechazó la invasión estadounidense, pero encabezó las críticas a las políticas de enriquecimiento de uranio que lleva adelante Irán. Ni revolucionario ni cipayo, El Baradei desarrolló su vida profesional lejos de Egipto, posee un talante bastante occidentalizado y está lejos de ser proclive a la instauración de un gobierno islámico. Es un tipo bien visto por la sociedad egipcia (principalmente por los sectores medios) y por el grueso de esa entelequia denominada “comunidad internacional”, y eso le basta para ser número puesto en la conducción de un proceso reformista, laico y democratizante. Pero es un figurón, no tiene ningún resorte partidario atrás.

se viene el progresismo: Filmus en la CABA, El Baradei en Egipto
Por ahora, cuando todavía no hay grandes cosas por repartir, todos los actores parecen ser bastante consientes de sus limitaciones y de la necesidad de actuar en conjunto para acabar con el régimen, que todavía no está derrotado. El Baradei entiende que la nueva realidad política implicará un reconocimiento del lugar de la HM, por eso se ha referido a ellos en buenos términos y se ha encargado de diferenciarlos del radicalismo islámico. Su juego está en negar que quiera hacerse del poder, pero presentarse como el garante de un proceso de transición que genere un escenario de real competencia entre las opciones políticas. Es decir, tentar a la HM con que en un futuro puedan disputar y ganar el gobierno. Es posible suponer que El Baradei apuesta a que ese compás de espera sea utilizado para consolidar una opción reformista laica que pueda disputar frente a la HM (cosa que hoy no existe), probablemente con el respaldo de unos EEUU que vería a los refor como el mal menor.

La HM, por su parte, por ahora compra negocio y reconoce la figura de El Baradei. Acá ya es más que nada especulación, pero me da la impresión de que en el estado actual de cosas lo que más preocupa hoy a los partidos de oposición (a todos) es que la cosa se desmadre en serio y que se entre en una situación de caos. No sólo por el temor al “vacío institucional” que tiene todo partido no revolucionario, sino porque en una situación de ese tipo, en donde lo que impere sea el desabastecimiento, el aumento de precios, los saqueos, etc., es posible que comience a ganar espacio la demanda de orden. Y esto abre la puerta a una intervención militar directa, ya sea para sostener al PND o para tomar directamente ellos el gobierno. Las FFAA hoy tienen, por lo menos, capacidad de veto, por lo que la “neutralidad” militar es un valor preciado para las fuerzas de oposición, del que no pueden prescindir. De ahí la necesidad de los sectores opositores, incluyendo a la HM, de resolver rápidamente el conflicto y evitar a toda costa una situación de inestabilidad prolongada.

la disposición espacial de la gente en una protesta dice mucho de su nivel de organización, he dicho
El problema se presenta más bien en el aspecto táctico: lo que la HM no negocia es la salida de Mubarak, mientras que El Baradei y los partidos opositores light aceptarían sentarse a charlar con Hosni los términos del recambio. Es una actitud que apunta a ganarse la simpatía norteamericana, pero que es riesgosa en tanto puede hacerlos quedar en offside con unas bases que lo único que tienen claro es que quieren a Mubarak afuera. La HM deja hacer, porque su negocio está ganarse la dirección de ese pueblo movilizado, pero le sirve que las relaciones con los yankees se mantengan en buenos términos: la plata que brinda EEUU a Egipto es hoy en día indispensable para garantizar la supervivencia de cualquier gobierno futuro, sea del talante que sea (de ese dinero depende la posibilidad de mantener a raya a la casta militar y brindar contención social, dos condiciones para la normalización del país)

Dejamos a Mubarak para el final, porque ya es una sombra. La negativa del ejército a reprimir terminó definitivamente con su gobierno, lo que se discute ahora es si será más tarde o más temprano. Hosni pensó al principio que esto se resolvía como en el 2005, con un par de reformas superficiales, pan y circo, y mandoble para cuando se aquietaran los ánimos. Cuando no bastó, puso por primera vez un vicepresidente (tipo desconfiado, no se lo puede culpar considerando los antecedentes en el puesto), Omar Suleiman, nexo entre Egipto y EEUU, en lo que fue un claro intento por mantener el apoyo norteamericano. Pasa que este muchacho es, además, el responsable de los servicios de inteligencia egipcios, con lo cual su convocatoria a las fuerzas de oposición para iniciar un proceso de diálogo sonó poco creíble. Lo único que puede sostener a Mubarak es el azuzar (adentro en el ejército, afuera en EEUU e Israel) el temor por lo que vendrá pero, como vimos, las fuerzas opositoras son consientes de aquello y por eso se cuidan de no quemar banderas norteamericanas ni de ser hostiles con los milicos.

Vandor + Menem + Cobos = Mubarak
Pero, si bien el discurso de la intifada musulmana ya no se lo cree nadie, tampoco eso significa que el nuevo gobierno vaya a ser más de lo mismo. Camp David probablemente sea puesto en discusión, Egipto seguramente dejará de ser la base para la tercerización de la tortura norteamericana en su lucha contra el terrorismo, el Monte Sinaí deberá ser custodiado con más precaución por Israel, el Canal de Suez volverá a ser una prenda de presión a los países occidentales. No obstante, una especie de “revolución de los colores” egipcia, como la que podría conducir hoy El Baradei, parece el mal menor que estaría dispuesto a aceptar EEUU, resignado a la imposibilidad de una salida gatopardista que mantenga en pie el régimen autocrático que tantas satisfacciones le ha brindado. Porque el mito del retorno de la Umma, el resurgimiento de la nación árabe o el ascenso de un régimen teocrático islámico, hoy son cosas que no están en la agenda, pero la política es dinámica y lo único que tiene de seguro es que nunca se sabe.

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